| Vientos
El viento es la clave para entender la producción madura de Martín Chirino. De la espiral, que el artista entiende como un signo atlántico, pero también mediterráneo; emulando la naturaleza de sus islas originarias, el viento surge materializado, captando lo intangible en la materia más condensada, en el hierro o el acero.
Chirino encuentra en la espiral la huella del origen, sintonizando con aquella observación de Bachelar, en La poética del espacio, que cuenta que cuando el hombre se adentra en sí mismo yendo hacia el centro de la espiral, con frecuencia se torna errabundo y parece que accede a un anómalo “encierro del exterior”.
“Antes que llegara Chirino_ apunta Serge Fauchereau_, a nadie se le había ocurrido esculpir el viento”.
Martín Chirino señala que el hierro caliente vibra, fluye, brota y vive en sus manos en una sensación difícil de explicar. El maestro ha trazado un camino que le lleva, en espiral, hacia el origen, con una formalización esencial, alegorizando la esperanza, recuperando la belleza como una promesa de felicidad. “Espiral de hierro cerrada en su punto de partida, que se extiende y planea para que esta materia sugiera la simulación de la levedad y ligereza a la que aspiran algunas de mis obras”.
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